El conflicto entre España y los inversores en energías renovables constituye uno de los casos más relevantes de arbitraje internacional de inversiones en Europa. Las reformas regulatorias aplicadas entre 2010 y 2014, que modificaron los esquemas de incentivos establecidos por el Real Decreto 661/2007, desencadenaron una oleada de reclamaciones ante tribunales arbitrales. Los inversores alegaron vulneración de sus expectativas legítimas y del estándar de trato justo y equitativo, principios esenciales en la protección internacional de inversiones.
El arbitraje internacional en esta materia refleja la tensión entre estabilidad regulatoria y soberanía normativa.
El marco español inicial (Real Decreto 661/2007) estaba basado en primas garantizadas para proyectos solares y eólicos. Generó expectativas sobre la rentabilidad. Sin embargo, los recortes aplicados entre 2013 y 2014 (Real Decreto 413/2014) alteraron sustancialmente estas condiciones.
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l Real Decreto 413/2014, de 6 de junio, reguló la actividad de generación eléctrica a partir de energías renovables, cogeneración y residuos, e introdujo un régimen retributivo específico basado en una “rentabilidad razonable” sobre la inversión, en lugar del antiguo sistema de primas fijas. Bajo este esquema, la remuneración que se reconocía a las plantas se calculaba a partir de parámetros tipo, así como de la media del rendimiento de las obligaciones del Estado a diez años, más un diferencial. Sin embargo, esta reforma generó un fuerte descontento entre los inversores porque redujo las ventajas esperadas: al sustituir las primas garantizadas por una retribución condicionada y revisable, limitó los ingresos predecibles y alteró las condiciones previamente pactadas, especialmente para las instalaciones ya en funcionamiento. Además, el decreto suscitó reclamaciones en arbitrajes internacionales (por ejemplo, bajo el Tratado de la Carta de la Energía), pues algunos inversores consideraron que España había vulnerado sus expectativas legítimas, su seguridad jurídica y las condiciones estables que justificaron sus compromisos de inversión. La modificación del régimen incrementó así el riesgo regulatorio y financiero para los gestores de las empresas renovables, que tuvieron que replantear su planificación estratégica, documentar cuidadosamente sus decisiones y evaluar provisiones para posibles litigios.
- Los laudos Charanne e Isolux marcaron los primeros pronunciamientos relevantes, estableciendo criterios sobre previsibilidad normativa y la intensidad de los cambios regulatorios necesarios para considerar vulnerado el estándar de protección.
- Posteriormente, el proceso se desarrolló en tres fases: expansión de arbitrajes, consolidación de criterios y dificultades en la ejecución de laudos, La interacción con la jurisprudencia europea, especialmente el caso Achmea, (C-284/16.)transformó la estrategia española y la posición de otros Estados miembros.
El caso Achmea establece que las cláusulas de arbitraje en acuerdos internacionales de inversión entre Estados miembros de la UE son incompatibles con el Derecho de la Unión, ya que permiten a los inversores eludir los sistemas judiciales nacionales y comunitarios. Esta jurisprudencia tiene implicaciones importantes para los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) intracomunitarios y, por extensión, plantea preguntas sobre la validez de ciertos mecanismos de arbitraje en el marco europeo.
En el contexto de las inversiones en energía renovable en España, muchos arbitrajes internacionales se han basado en el Tratado de la Carta de la Energía (TCE), un instrumento extracomunitario que protege las inversiones en el sector energético y permite a los inversores someter disputas a arbitraje internacional. Aunque Achmea limita la validez de arbitrajes intracomunitarios, no afecta directamente a los laudos basados en el TCE, ya que este tratado se suscribe entre Estados y no está circunscrito al Derecho de la UE de manera interna. No obstante, la jurisprudencia europea refuerza la necesidad de examinar cuidadosamente cómo se ejecutan estos laudos dentro de la UE, pues podrían surgir conflictos entre la obligación de respetar los laudos arbitrales y el principio de primacía del Derecho comunitario.
Entrada redactada con el apoyo del Proyecto de Investigación «Retribución de los administradores de sociedades de capital y sostenibilidad a largo plazo de la empresa», con el número de referencia: SBPLY/21/180501/000240 concedido por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha