Con motivo de las Fiestas de San Froilán en León, actualizamos esta entrada, con nuestros deseos de
Felices Fiestas
El 5 de octubre celebramos la festividad de San Froilán, especialmente en la ciudad de León donde en el año 904 murió como obispo.
También se celebra en la cercana Lugo, extramuros de cuya villa nació este buen hombre allá por el 832. Santo católico y personaje de talla excepcional en la historiografía hispana en una época no exenta de encanto,s como nos contaba D Cláudio Sánchez Albornóz, en sus Estampas de aquella vida del S. X en León. También Fr Athanasio de Lobera en Grandezas de la muy antigua e insigne ciudad de León se refiere al obispo alabando la proclamación del Santo como Patrón de la Catedral. Y, aunque de modo escueto, San Froilán está mencionado en el Antifonario Mozárabe de la Catedral de León; documento que contiene una forma música litúrgica escrita sin pentagramas (el de León, es único en su clase por conservarse íntegro).
Sirva esta festividad para animar a visitarnos, en cualquier fecha, pero en especial en estos días de gamonita. Y, porque no, para recordar a uno de esos personajes históricos que han calado en los pueblos por la veneración que supieron granjearse ya en vida.
Froilán es representando en la imaginería con un lobo- dañu-, el que según la leyenda habría comido su albarduneiru, (burru), y por ello quedado al servicio del Santo hombre. Es una figura relevante en los primeros años de la Reconquista y repoblación de la península. Y, de ser cierta la improbable leyenda del dañu, habría sido un personaje de buena convivencia con las fieras y la naturaleza. Andariego de montes a campus, con retestero tamien con regañon, entre chicharras, renabueys, abajarrucos y otras bestias cruzando regueros, repousando en morrillos… Sabemos gracias una biografía mozárabe que no estaba mal visto en la corte de la época, y que fue aclamado por sus coetáneos que acudían a él en busca de consejo y protección.
San Froilán fue un ermitaño, repoblador y obispo venerado. Se inició joven su vida eremítica y de evangelizador en las zonas rurales y ciudades de Galicia, Asturias y León, especialmente entre el monte Cucurrino (Curueño) y Viseu y la montaña entre Cebreiro y el Bierzo, fue maestro de San Atilano (quien llegaría a ser obispo de Zamora). Dedicado a la oración y predicación, fundó y repobló monasterios que, además de su función, religiosa constituían un apoyo a los iniciales asentamientos en territorios de avanzadilla en la Reconquista. Así lo entendía el Rey Alfonso III que concedió al Santo potestad de abrir nuevos cenobios al amparo de los cuales irían configurándose poblados. El 19 de mayo del año 900, dicen que por petición del pueblo de León al Rey, fue nombrado Obispo de la Diócesis de León, dignidad que le acompañó hasta el final de sus días.
Al fallecer, sus restos fueron depositados en un sepulcro que Alfonso III había hecho labrar para sí mismo en la catedral de Santa María y San Cipriano de León, de donde fueron trasladados en 916 por orden del monarca Ordoño II a la nueva catedral. Cuando Almanzor saqueó la ciudad (990-992), las reliquias del santo fueron a parar a la iglesia de San Juan de Valdecésar, y de allí al monasterio cisterciense de Moreruela. Los leoneses solicitaron en 1191 la mediación del legado papal para recuperar algunos restos; como haría Lugo algunos siglos después.
Más datos en la Biblioteca digital leonesa
Viva San Froilán!
(texto publicado por primera vez en este blog el 30.09.2016, en León)