Día Mundial de la Poesía. Poesía y Derecho

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Monumento a Rosalía de Castro. Santiago de Compostela.
Como es sabido, y dejábamos constancia de ello en una entrada anterior, A propósito del día mundial de la poesía. Poesía y Derecho, de la Profra. Dra. Dña. Elena F. Pérez Carrillo, la UNESCO proclamó el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía (durante su 30º periodo de sesiones, en París en 1999).

 

  • Y es que la poesía, en vuelo conmovedor de sensaciones, apodera de razones a las palabras y contagia de emoción lo que es tocado por ella. Ese saber mirar del poeta, ese mirar al fondo de las cosas, para toparnos con su esencia, lejos de estar reñido con la visión del jurista, le impregna de una fina sensibilidad y una profundidad muy adecuadas  no sólo para acometer con rectitud la interpretación de las normas que ha de aplicar, sino también para comunicarse y transmitir su argumentación con el evidente poder de persuasión que encierran las palabras hermosas.
  • Como escritora, de literatura jurídica y no jurídica, y especialmente en el género poético, me pronuncio a favor de la interacción y complemento recíproco que pueden ejercer mutuamente Derecho y poesía en esta entrevista ,  realizada por Manuel Cuenya, en la que expreso:
“el Derecho, como todo lo que es vivido, ofrece argumentos para poetizar. Y la poesía, como el Derecho, supone creación y sensibilidad. Y las emociones importan, con alcances distintos es cierto, tanto en el Derecho como en la poesía.  Y es que, como manifestara Martha Nussbaum, una buena forma de empezar a defender la justicia es mirando en el interior de nuestros corazones. La retroalimentación o la confabulación de la poesía y el Derecho produce frutos realmente muy valiosos, que me agradan y llenan mi tiempo”.

 

A modo de celebración de este Día Mundial de la Poesía traemos a colación un precioso  poema del maestro Borges.

 

Arte poética  de Jorge Luis Borges

 

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

 

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

 

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

 

 ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

 

 

  A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

 

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

 

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.