Desde hace años los talleres que impartía llevaban por título “el vicio de mirar”. Mirar, observar, querer comprender. Por un lado el teatro como observatorio y, por otro lado, la mirada del observador ante el que nos mostramos.
John Cage señala como característica que define el teatro la vinculación de la vista y el oído, los dos sentidos públicos, a diferencia del gusto, el tacto o el olfato, más situados en el ámbito de lo privado. Sin embargo, aunque la vista es un sentido público, la mirada es siempre individual.
Últimamente, en relación con el mirar, me he centrado en la imagen, en la cultura omnipresente de las imágenes, y nuestra actitud ante ellas. ¿Qué es lo que hemos decidido mirar?
Los grandes focos de luz dirigen continuamente nuestra mirada y la saturación de imágenes nos impide centrar nuestra atención. El teatro es un marco donde se puede recuperar esa mirada atenta y hacer visible lo que está oculto.
De lejos se ve mejor. O “cuanto más enfoco menos veo” que dice nuestro fotógrafo. En cine se nos amplían los detalles, pero ¿vemos mejor la escena? El teatro es a escala real: no hay telescopios, no hay zooms.
La palabra teatro procede del término griego theatron: un lugar para ver, para contemplar. Espectáculo viene del verbo latín spectare: mirar, observar atentamente.
Tratando de captar la curiosidad innata del que mira, buscando que se involucre en lo que ve, lo que hago es mezclar lo verdadero con lo verosímil. Y en esa mezcla juego a pasar del dato general descriptivo al pequeño detalle narrativo, el que transmite y comunica, el que nos introduce al misterio personal, como si se abriera una puerta pero no pudiéramos llegar a ver lo que está al otro lado. La información se mezclará con la memoria y con la ficción de lo recordado.
Diane Arbus dice que la fotografía es un secreto que habla de un secreto. Y cuanto más te dice, menos te enteras. Eso es lo que busco: un acercamiento a la persona y su misterio, a la forma de mirar o al gesto pequeño, lo que nos aleja del razonamiento y nos acerca a la comprensión, lo imposible de clasificar o definir y lo fundamental para comunicar.
Por eso trato de encontrar en los intérpretes una forma de estar que difumine los límites de la realidad y la representación, dónde comienza una o termina la otra, qué es verdad o qué es real, qué es más natural o improvisado y en dónde reside concretamente lo artificial, el artificio implícito en cualquier representación.
Imparte: Ana Vallés (Ferrol, 1959). Autora, directora de teatro y actriz. Co-fundadora de Matarile Teatro (1986 – 2010). Co-fundadora y programadora del Teatro Galán (1993 – 2005). Programadora del Festival Intenacional de Danza En Pé de Pedra de Compostela (1995 – 2007). Ha recibido numerosos premios y reconocimientos, nacionales e internacionales. También es colaboradora habitual de revistas especializadas y ha impartido talleres didácticos en diversas universidades y otras instituciones.
Este taller abierto se celebró el viernes 11 de diciembre de 2015 en la sala de Expresión del Aulario.