Irene siempre quiso aprender a hacer el pino en la pared. Todos queríamos aprender a hacer el pino sin pared, pero a mí se me daba mejor cantar, bueno quizás tampoco se me daba del todo, bueno pues escribir versos, bueno pues leerlos, bueno pues bailarlos. Teresa y Víctor prefieren bailarlos.
Partimos del espacio del cuerpo que, inquieto, busca la posición más cómoda o más extraña desde donde decir un verso. El verso es el camino estrecho que se expande y abre paso a las palabras más enamoradas o más tristes y permite respirar al alma más encogida. El cuerpo encuentra en la inversión una sensación de extrañeza, una incomodidad o incluso un dolor placentero que le recuerda que sigue vivo. La inversión como ventana para un cuerpo que por momentos quiere tomar la palabra.
La obra se va entendiendo a medida que se construye, aún no la entendemos del todo… Son los propios interrogantes sobre el sentido y la forma de la danza, son las propias dificultades y torpezas del cuerpo.
Una danza colectiva para el cruce, para el choque de los cuerpos, para el encuentro del espacio con la palabra, del texto con la voz, del movimiento con el silencio. Una danza sin danza donde apenas la notación coreográfica escribe sobre ella misma. Una lectura improvisada con algunos fragmentos escritos para la identidad (de la danza) y la memoria (del cuerpo).
Escritura horizontal y escritura vertical. Libros y zapatos, hojas y pizarra, asiento y trapecio.
In verso se estrenó en el Teatro El Albéitar el 3 de diciembre de 2009. Muchas gracias a Julia G. Liébana por aguantar nuestros ensayos, y por sus fotos, claro. Y al Diario de León por su atención.