A raíz de la reciente situación inédita debida al Coronavirus, muchos hemos tenido que practicar el teletrabajo por primera vez. Esto, de por sí, ha supuesto una gran disrupción para muchos, y una toma de conciencia de que flexibilizar la asistencia al puesto de trabajo es más que posible en muchísimos casos. Una vez terminemos tengamos que, paulatinamente, reincorporarnos a nuestras oficinas, estamos seguros de que muchas cosas van a cambiar; incluso una vez encontrada la tan ansiada vacuna.
Como decimos, una de las cosas que probablemente más cambiará es el trabajo en oficinas. Algunos de los hábitos y medidas de seguridad que se tomen en los próximos meses probablemente durarán años, y creemos que es una consecuencia positiva a pesar de las circunstancias.
En primer lugar, las empresas tienen el mayor de los incentivos en mantener a salvo a sus empleados y reducir miedos y tensiones en el puesto de trabajo.
Aquellas empresas que se lo puedan permitir volverán, sin duda, a soluciones de tipo «cubículo», desterrando los «open-plan» que tan de moda se habían puesto en los últimos años. No más espacios de trabajo totalmente abiertos en los que con tan solo levantarnos de la silla podemos ver a todos nuestros compañeros.
Otra solución que sin duda se adoptará es la de hacer que solo vayan a trabajar un determinado número de empleados al día, manteniendo al resto de la plantilla teletrabajando en casa tal y como se ha venido haciendo durante parte de este año.
Lo que es seguro es que se trabajará intensamente para dotar los espacios de trabajo de soluciones de filtrado y limpieza de aire, desinfección de superficies, señalización de distancias de seguridad, dispensadores de gel hidroalchólico, zonas de control de temperatura y todo tipo de medidas que contribuyan a garantizar la higiene y dificultar el contagio de cualquier enfermedad infecciosa.
Evidentemente algunas de las medidas tienen también su lado oscuro. Ninguna empresa querría ser la protagonista del próximo brote. Están empezando a aparecer en el mercado soluciones futuristas, tales como sensores que se pueden colocar discretamente en la mesa del despacho y que alertan ante cualquier variación sospechosa de temperatura. ¿Un poco «Gran Hermano? Sí, pero no parece que vayamos a poder evitarlo.
En definitiva, es altamente probable que la experiencia de una pandemia tenga consecuencias de largo plazo para aquellos que la hemos sufrido, tanto en la forma de trabajar como en la propia estructura de nuestras oficinas. Puede que llegue a darse el caso que el presentarse en el puesto de trabajo con síntomas de un resfriado se convierta en algo inaceptable, y que ante la primera molestia podamos acogernos a trabajar desde casa hasta que no nos encontremos al 100%.
En todo caso, lo importante es seguir adelante y adaptarse, como siempre ha sabido hacer el ser humano ante cualquier tipo de adversidad.